miércoles, 22 de agosto de 2012

Mi querido transporte público


Voy siempre que puedo en autobús al trabajo. Es agobiante, estresante, pero a mí me encanta. Me gusta observar a la gente que sube y baja. Cada uno viniendo de un lugar, y yendo a otro. Cada uno con su propia historia. Me fijo en lo que lleva puesto, en si lleva las uñas pintadas, en si lleva abalorios. Me gusta coger ideas de estilismo urbano. Unos van a trabajar, otros a hacer la compra, otros se van de paseo.
Es mi forma de darle una connotación positiva a dejar mi coche aparcado y utilizar el transporte público. No es tan malo como parece. Tardo más, tengo que madrugar más. Pero ese tiempo lo aprovecho al máximo porque me lo puedo permitir, entonces.
Saco mi libro electrónico y me pongo a leer (una de mis aficiones favoritas). Unas veces leo a Danielle Steel para sacar mi lado “romántico”, otras veces leo un libro sobre historia. Aún no he empezado a leer novela histórica. De momento me inclino por algo más didáctico. La mayoría de veces leo el tema sobre el que tengo que hacer el resumen para preparar mi examen.
Y algunas otras veces, aunque muy pocas, no leo. Sólo observo. Me irrita, no obstante, que haya personas un poco insensibles o quizás desconsideradas, que no ceden su asiento a personas “preferentes”. Me dan ganas intervenir. El otro día vi a una chica adolescente sentada en dos asientos. La espalda apoyada en la ventana y una pierna estirada sobre el otro asiento. Subió una señora con un bastón, que se tambaleaba al subir, y la chica la miró, y siguió prestándole atención a su iphone. La señora tubo que subir a un asiento que se situaba a unos dos escalones. Tres señores tuvieron que ayudarla a subir a ese asiento. ¿Qué era eso tan importante que hacía la adolescente que no le dejó caer en la cuenta de que ocupaba dos asientos de mala manera mientras una anciana se las veía y se las deseaba por tener una agradable travesía?
No voy a entrar ahora en polémica cívica y de ética moral. Con esto pretendía dar mi punto de vista sobre el transporte público ahora que me acabo de acostumbrar a él, y lo uso muy habitualmente para mi rutina diaria. No es tan malo como me lo pintaban.

¿Y qué hay de esos viajes en tren? Donde atraviesas lo escondido y descubres lugares nunca vistos. No viajo mucho en tren, pues no me llegan las oportunidades para hacerlo. Pero las pocas veces que lo he hecho, me encanta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario