Leí un artículo que trataba sobre los buenos modales en la mesa.
En el siglo XV, aún se utilizaban las manos, y el mismo cubierto para servirse las raciones entre todos los comensales. Un comensal ponía su ración de carne sobre una rebanada de pan (también partido con las manos) y compartía con su compañero de mesa esa rebanada de pan a modo de plato. (me sorprendí cuando leí que de aquí es el origen de la palabra “compañero”).
Los platos, fuentes y los utensilios, iban circulando por toda la mesa, y cada cual cogía su parte. Tampoco existían comedores como los actuales, sino que literalmente debían “poner la mesa” colocando un tablero sobre unos caballetes y cubriéndola con la mejor mantelería de la que se disponía. (La expresión “poner la mesa” también viene de aquí. Todo estaba permitido.
No existían las servilletas porque el mantel hacía esa misma función. Y lo más placentero era chuparse los dedos.
Todo cambió cuando Erasmo de Rotterdam plasmó en su tratado De civilitate morum puerilium publicado por primera vez en 1530, la nueva idea de comer con una nueva actitud. Con esto pretendía resaltar comportamientos de un noble para distinguirlo de los “groseros”.
La implantación de los nuevos utensilios, como el tenedor, no ha sido exento de críticas y polémicas por parte del Vaticano que lo trataba de instrumentum diaboli. Curioso ¿verdad? Fue un instrumento de difícil aceptación también para los miembros de la corte Francesa, llegando a criticar y a tachar de homosexual a Enrique III por el uso de objetos tan extravagantes.
Pero aún así en el Renacimiento comienza a gestarse, muy poco a poco, una nueva “moda” que perdura hasta nuestros días, y que poco a poco se ha ido extendiendo por todos los estratos sociales, sobretodo en la cultura occidental.
En muchos países, aún se tiene la costumbre de compartir el plato de la comida con los comensales, sin usar ningún tipo de cubierto. Sólo utilizando los dedos, y sólo en la parte del plato que corresponda a cada comensal. Es impresionante ver en la cultura árabe, cómo comen un enorme plato de cous-cous, entre toda la familia, utilizando sólo los dedos, sin ningún tipo de “incidente” ni en la mantelería ni en la ropa. Incluso eructar después de comer (sin armar demasiado ruido, claro está, y tapándose la boca), es señal de satisfacción. No por ello son gente calificada como grosera, tal como lo estipulaba Sir Rotterdam. También existen otras culturas, sobretodo las orientales, que utilizan otro tipo de utensilios con una habilidad envidiable. Y existen infinidades de culturas gastronómicas diferentes, cada una con su propio código ético, moral y con sus propios modales.
Ya lo dice el refrán… En la variedad está el gusto.
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